Puedes leer la primera parte haciendo click aquí
El problema es que cada piso que bajamos con Sofía, cuando se abren las puertas, aparecen recuerdos. No suelen ser recuerdos alegres, estos los guarda mucho más arriba en los pisos superiores. Aquí abajo, a medida que descendemos, los recuerdos cada vez son más oscuros, tristes e intensos.
Todos tenemos pisos subterráneos donde guardamos recuerdos que no queremos recordar. Pero a veces para subir a lo más alto, hemos de bajar a lo más profundo y enfrentarnos a nuestros monstruos. A veces es la única vía para poder subir y transformarnos a nosotros mismos.
La primera vez que bajamos es porque Sofía decide bajar una planta hasta el -1 y pica al botón correspondiente. Cuando salimos del ascensor y miramos esa planta subterránea encontramos recuerdos de más jovencita, decisiones que la hicieron llegar a donde está hoy. Encontramos también fracasos recientes. La vemos escalando el edificio por el exterior y cayendo una y otra vez agotada. Entre otros fracasos, también vemos pensamientos que tiene sobre si misma negativos, juicios y metas que nunca llegó a alcanzar… Nos muestra todos esos recuerdos y nos parece como si los viviéramos nosotros mismos. Los sentimos como los sintió ella y podemos comprender lo que nos está explicando. Y empezamos a hacernos una idea de qué clase de monstruo puede ser que esté en su sótano. Hemos de prepararnos a conciencia para ir a por él.
El siguiente día que la vemos nos lleva al -2. Allí tiembla pobrecita. Mientras nos cuenta recuerdos más antiguos, más profundos, más escondidos.
Nosotros le damos la mano y le recordamos que estamos a su lado. Eso la tranquiliza. Pero ocurre algo inesperado, al tocar su mano, sus emociones nos embargan y nos parece que un trocito de su corazón se funde con el nuestro. Miramos a los lados y observamos esos recuerdos que tanto la entristecen. Los miramos con respeto. Quizá la ponen triste, pero también la han hecho ser quien es y eso es maravilloso. Sofía es una gran mujer. Si borráramos todos esos recuerdos ¿quién sería entonces? Sin duda, no tenemos capacidad para borrarlos, pero de poder hacerlo, tampoco lo haríamos.
El siguiente día bajamos más abajo, estamos ya en la planta -3. Empieza a estar oscuro y huele a cerrado. Como cuando guardas una caja con recuerdos durante muchos años y la encuentras un día al hacer orden. Al abrirla su olor te transporta a ese momento. En esta planta huele así y, además, se siente así.
Hablando con Sofía vamos conociéndola mejor y descubriendo cómo ve ella el mundo. La escuchamos atentamente sin juzgarla, empatizamos con lo que siente. La invitación a ver el mundo a través de sus ojos nos parece un regalo y ponemos todo nuestro empeño para conseguirlo. En algunos casos en los que nos han llamado para cazar un monstruo muy gordo, como ahora, nos hablan de algunos recuerdos que hay en la planta más baja del edificio: el sótano. Sofía nos cuenta que son recuerdos que vienen de muy lejos… seguramente de una época más tierna en la que no se vio capaz ni fuerte para superarlos y esos acontecimientos que ocurrían entonces, probablemente, la sobrepasaron. Por eso los desterró tan profundamente.
… Continuará…
Déjanos un comentario si quieres que publiquemos la tercera parte 🙂
Por supuesto publicar la 3º parte pues me interesa saber cómo hacer frente, asumir, olvidar o perdonar dichos monstruos, porque yo tambien los tengo y me afectan tanto para bien como para mal en mi dia a dia, en la manera de relacionarme con la gente, y sobre todo a la hora de juzgarme y valorarme a mi misma.
Mis años a olvidar y los cuales me han hecho ser quien soy a día de hoy fueron mis primeros 10, tengo 30 y el resto e conseguido muchos méritos pero aun asi me sigo juzgando por esos 10 primeros.
un saludo,