Por querer tener la razón eliges muchas veces tu propia infelicidad.
No se trata de sumisión ni de dejar de lado tus creencias o tu opinión. Se trata de darte cuenta de cuánta energía pierdes y cuántas veces eliges tu infelicidad en vez de tu objetivo.
Por ejemplo, has quedado con tus amigos para tomar algo y pasarlo bien. Durante la tarde surge una discusión política y acabáis discutiendo en vez de pasar un rato agradable.
- Si tu objetivo esta tarde era discutir, entonces ok.
- Si tu objetivo es convencer al mundo para que todos piensen como tú, entonces ok.
- Pero si tu objetivo era disfrutar de una tarde agradable con amigos, error. Has perdido el foco y has preferido tener razón a tener tu objetivo.
Esto aplícalo a la discusión o pérdida de tiempo y energía que quieras. Una pelea con tu pareja, con tus hijos, con tu jefe.. Y recuerda ¿qué es más importante para ti? Tener la razón? O tener tu objetivo?
Además de no perder de vista tu objetivo en esas situaciones, te proponemos abrir tu mente y pensar en ¿tener la razón? ¿Es tan importante?
Al final todos tenemos razón, o todos tenemos nuestras razones para pensar como lo hacemos. No hay una forma buena y una mala, hay muchas formas posibles. Algunas las compartiremos y otras no, pero debemos respetar a las demás personas que piensan diferente también.
Si en una discusión cambias el foco de «quiero tener la razón» a «entiendo tu punto de vista. Este es mi punto de vista» la discusión finaliza porque no hay nada que discutir.
Si entiendes que existen otros puntos de vista y expones los tuyos, está todo bien. No necesitas forzar a los demás a que tengan el mismo punto que tú porque aceptas que tienen otros distintos. Y además aprendes cosas nuevas al permitir que otras personas te cuenten su punto de vista ¿Ves la diferencia?
Empieza por elegir tu paz, tu felicidad y tu empatía. Y no pierdas de vista tu objetivo sólo por querer tener una razón que es subjetiva.
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