Ser protagonista puede ser muy interesante a veces y muy molesto otras ¿no crees? Porque ser protagonista para pedir algo que quieres o tomar una acción para conseguir un objetivo es algo que a todo el mundo le gusta cuando lo prueba. Pero tomar protagonismo cuando algo te molesta mucho o te sienta mal, esto ya es más difícil.
Por ejemplo, imagina que tienes un viaje planeado con tus amigos y en el último momento lo anulan todo y que esto para ti es decepcionante, doloroso y muyyyyy frustrante. ¿Cómo vas a querer ser protagonista en esta situación? En esta situación (sin ser consciente de ello) lo que más deseas es echar la culpa, criticar, enfadarte, juzgar y sentirte inocente y víctima de todo lo sucedido.
¿Cómo sería ser protagonista en esta situación?
Ser protagonista en esta situación es aceptar lo que no puedes cambiar. Gestionar tus emociones y tomar decisiones enfocadas en lo que deseas conseguir. Sobretodo no perder el foco de tu objetivo.
- ¿Tu objetivo era ir de viaje? Todavía puedes hacerlo aunque ellos no vengan.
- ¿Tu objetivo era ir juntos y sin ellos ya no te apetece ir? Puedes comunicarles como te has sentido al saber que lo anulaban, pedir que esto lo hagan diferente en el futuro, expresar tu enfado. ¿Y después? Hacer nuevos planes y disfrutar de ello.
- ¿Tu objetivo es tener razón y demostrar tu inocencia y su culpa? Entonces puedes enfadarte, llorar y quedarte en casa frustrado porque lo que te han hecho está mal. Puedes incluso pensar en «castigarles» como amigos al no volver a contar con ellos para viajes o no volverles a hablar.
Tú eliges qué opción es mejor para ti y para tu vida. Cuál te da más paz y cuál te permite ser feliz. Pero ten en cuenta que aunque ser víctima sea algo agradable a simple vista y te apetezca mucho en según que momentos, te resta todo tu poder personal y te deja anclado en la queja, la frustración y la decepción, y todo esto sin conseguir el resultado que quieres.
¿Es ahí donde quieres quedarte?
En una situación como que tus amigos anulan el viaje, no pasa nada. Pero ¿y si se te presenta una situación como perder el trabajo, que te deje tu pareja, tener una enfermedad o suspender una oposición?
Si en las situaciones diarias aprendes a gestionar tus emociones y a decidir en función del objetivo y no de ser una víctima y tener la razón, cuando tengas que gestionar una situación mucho más grave i compleja, estarás preparado para hacerlo de forma mucho más consciente y protagonista.
En el momento que te ocurra algo así, una actitud responsable empieza por preguntarse:
¿cuál es mi objetivo?
¿Actuando así voy a obtener mi objetivo?
¿Esto me da paz?
¿Estoy prefiriendo tener razón o conseguir lo que quiero?
Ciertamente,hemos de prepararnos para un futuro que no conocemos,y lo más normal es aprender a gestionar las situaciones adversas sin hundirse.