Destino, tu pasión


Hoy os queremos hablar sobre Albert Einstein, del cual creemos que no hacen falta presentaciones. Todos somos conocedores de su increíble inteligencia y de sus teorías. ¿Pero qué hay de Einsten como persona? ¿Cómo amigo? ¿Cómo padre?

Einstein es un personaje que siempre me ha llamado la atención, no por las matemáticas, de las cuales no soy muy deboto,  sino por su sentido de la investigación, por esa pasión que  tenía por descubrir para luego poder explicar, para poder llegar hasta dónde llegó con todas sus teorías, que aún a día de hoy, siguen teniendo importancia en nuestro mundo.

Se sabe que Einsten tuvo dificultades para hablar hasta los 9 años, con lo que sus padres creían que tenía algún tipo de retraso mental. Que suspendió Geografía, Historia e idiomas y tuvo que ir a profesores particulares para sacarse su acceso a la Universidad. ¿increíble verdad?

También se sabe que tuvo un hijo ilegítimo llamado Hans Albert y que no se avenía muy bien con su padre, y el cual es hoy protagonista en nuestro post.

Dada esta fascinación por su forma de entender la pasión por algo que haces, por su conexión con la niñez, por su pasión por jugar y moverse en lo desconocido, me llevó a buscar mucha más información sobre él y encontré un artículo dónde Einstein le escribía una carta a su hijo, el cual os copio un trozo de lo que a mí me resultó fascinante.

Einstein y su hijo

El 4 de noviembre de 1915, cuando ya había escrito la teoría general de la relatividad que lo catapultaría a la gloria científica, Einstein le mandó a su hijo de once años la siguiente carta, que recoge el libroPosterity: Letters of Great Americans to Their Children (Anchor, 2008):

“Mi querido Albert,

Ayer recibí tu cariñosa carta y me hizo muy feliz. Tenía ya miedo de que no volvieras a escribirme nunca. Me dijiste, cuando estuve en Zurich, que se te hace extraño cuando voy a Zurich. En consecuencia, creo que es mejor si nos encontramos en algún otro lugar, donde nadie interfiera en nuestro bienestar. En cualquier caso, voy a rogar que cada año pasemos un mes entero juntos, para que veas que tienes un padre que se interesa por ti y que te quiere. También puedes aprender muchas cosas buenas y bellas de mí, algo que otra persona no podría ofrecerte tan fácilmente. Lo que he conseguido gracias a mi extenuante trabajo no debe valer sólo para los desconocidos, sino sobre todo para mis propios hijos. Estos días he completado uno de los más hermosos trabajos de mi vida; cuando seas mayor, te lo explicaré.

Estoy muy contento de que halles placer en el piano. Eso y la carpintería son, en mi opinión, las mejores actividades para tu edad, mejor incluso que el colegio. Porque son cosas muy apropiadas para una persona joven como tú. Toca al piano principalmente lo que te guste, aunque la profesora no te lo asigne. Esa es la mejor manera de aprender, cuando estás haciendo algo con tal disfrute que no te das cuenta de que el tiempo pasa. Yo estoy a veces tan enfrascado en mi trabajo que se me olvida la comida a mediodía…

Un beso para ti y otro para Tete de tu Papá.

Recuerdos a mamá”.

Amén de los tópicos paternos (¿qué padre del mundo no ha dicho alguna vez “ya lo entenderás cuando seas mayor”?), quizá lo que más se haya destacado de l carta sea la creencia profunda que expresa el físico de que para aprender lo mejor que puede uno hacer es disfrutar de la tarea a la que se entrega: disfrutar tanto que no se da cuenta de que el tiempo pasa. Al margen de las recomendaciones de los demás, e incluso de los programas académicos establecidos, debemos hacer lo que nos gusta para aprender y mejorar con ello.

(Fuente: El Confidencial http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-09-25/la-carta-en-la-que-einstein-explica-a-su-hijo-cual-es-la-mejor-manera-de-aprender_31958/)

Y ahora tú, si eres padre, madre, hermano/a, amigo/a… ¿Qué le escribirías a tu hijo? ¿Qué le recomendarías? ¿Qué consejo le darías?

Yo, sin duda, os digo HAZ LO QUE AMES.

Haz eso que te apasiona, en lo que sabes que tienes talento, eso que te hace perder la noción del tiempo, en lo que fluyes, eso que te hace soñar despierto, disfrutar, jugar. Eso que no sabes que es pero sientes que debes hacer fuera de toda norma, de creencia social, de todo tipo de miedos, eso que te eleva hasta lo más alto de ti, ESO QUE ERES TU.

Anterior

Siguiente

2 Comentarios

  1. Berta

    Haz lo que ames… desde luego. Un consejo de Einstein y vuestro que es necesario para llegar a ser feliz. Leo a menudo una de vuestras láminas que tengo colgada en nuestro centro: «La diferencia no está en lo que haces, sino en el amor que le pones». Hacer algo que nos apasione, con lo que perdamos la noción del tiempo, con lo que nos sintamos realizados y lo que siempre hemos querido ser. Yo siempre he disfrutado, he amado, he sentido pasión ayudando a los demás y creo que desempeño la profesión adecuada para ello. Hay algunas cosas de la misma que me gustan más y otras menos pero, en general, el hecho de que alguien se sienta mejor gracias a ti, o que evolucione favorablemente, es una satisfacción indescriptible. Y no sólo trato de «ayudar» en mis horas de trabajo, también en mis momentos de ocio, en mi tiempo libre, allá por donde voy… Siento que es lo que da sentido a mi vida así que de cabeza, de muchas diversas maneras.
    Gracias por vuestro precioso post, sois GRANDES.
    Mil besos,
    Berta.

    Responder
    • Coaching12

      ¡Muchas Gracias por compartir y por tus palabras Berta!

      Responder

Enviar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *